La Cautiva, de Esteban Echeverría, narra la historia de María, quien libre de su cautiverio trata de salvar a su gran amor: el herido Brian, héroe de guerra en la lucha contra el indio y también cautivo. Aunque escrito 35 años antes que la primera parte del Martín Fierro -mucho en tema y poco en métrica- ambos textos guardan estrecha relación. El hijo de María fue degollado, al igual que la cría de la cautiva de los cantos 7, 8, 9 y10 de la Vuelta. Es de Echeverría: Sus verdugos, sin embargo, para hacerle más amargo de la muerte el pensamiento deleitarse en su tormento ,y más su rencor cebar, prolongando su agonía, la vida suya, que es mía, guardaron, cuando triunfantes, hasta los tiernos infantes, osaron despedazar. Y de Hernández, en boca de Fierro: Llora la pobre afligida, Pero el indio en su rigor, Le arrebató con furor Al hijo de entre de entre sus brazos; Y del primer rebencazo le hizo crujir de dolor.
En consideración con los indios, Fierro y María tienen mucho que ver. Y en temas: Fierro y Brian fueron estaqueados, el primero por el intratable ejército de la frontera alas órdenes del Estado Nacional unitario de la década de 1860/70, que luchaba contra los indios y, el segundo, por los mismos indios que lo toman cautivo. Son dos textos complementarios, sin lugar a dudas. A diferencia de José Hernández, quien se propone fines de denuncia social sobre todo en la Ida de su Martín Fierro -la cual narra la vida del gaucho perseguido por el Estado- Echeverría emprende la misión declarada de construir nuestra literatura nacional a partir de la idea de desierto. Hernández no tenía ese fin nacionalizador, sino, más bien como constan las “Quatro palabras de conversación con los lectores”(prólogo a la Vuelta del Martín Fierro) su objetivo era más bien pedagógico y moralizador (en el buen sentido de la palabra, si se me permite). Sin embargo, y esto es una paradoja, Fierro hoy es considerado el “héroe nacional”, lo cual hay uno tiene que explicárselo en el contexto del Centenario de la Revolución de Mayo y la necesidad de nacionalizar doctrinariamente a esa “masa de gringos” que desde Europa traía aquellas ideas que los gobiernos conservadores de la primera mitad del siglo XX veían con temor. “La Cautiva” o su protagonista como heroína principal alcanzaron la inefable perduración de Fierro. Tan solo persiste en la memoria de algunos aquel verso inicial de “Era la tarde, y la hora // en que el sol la cresta dora de los Andes.”Echeverría fue un fiel representante del romanticismo literario en nuestro país y amigo de Alberdi -hoy ingenuamente rescatado por las corrientes liberales- de Juan María Gutiérrez y de Sarmiento, con quienes integró la Asociación de Mayo, la cual reunida en el salón literario de Marcos Sastre prodigaba un modelo de país diferente a los que proponían los dos bandos en puja por aquellos años: ellos se oponían a Rosas y sus métodos coercitivos, pero también diferían con el proyecto político unitario, cuyos métodos para imponerse tantas veces se parecieron a los de sus opositores. Fue cerrado por Rosas. Echeverría y sus compinches se exiliaron en Montevideo. En pos del arte como interpretación de la vida de las sociedades en cada circunstancia histórica, exclamó que “la poesía como expresión nacional de un pueblo, debe tener color local; el arte debe ser el vivo reflejo de la civilización, debe revestir formas distintas en las diversas épocas de su desarrollo, y aparecer con caracteres especiales en cada sociedad, en cada pueblo, en las diferentes edades que construyen la vida de la humanidad”. Esta misma ruta la siguió el autor del Martín Fierro y, sin saberlo quizás, miles de artistas de denuncia social en el siglo XX: Celedonio Flores, Antonio Berni, Roberto Arlt, Enrique Santos Discépolo y sigue… ¿Qué hacen las formas de rap callejero y cumbia villera actuales más que “ser el vivo reflejo de la civilización”? El antagónico y popularmente impopular Sarmiento alabó en su Facundo a “La Cautiva”: “Este bardo argentino (…) volvió sus miradas al desierto, y allá en la inmensidad sin límites, en las soledades que vaga el salvaje, en la lejana zona del fuego en que el viajero ve acercarse cuando los campos se incendian, halló las inspiraciones que proporcionan a la imaginación el espectáculo de una naturaleza solemne, grandiosa, inconmensurable, callada; y entonces el eco de sus versos pudo hacerse oír con aprobación aun en la península española”. Pienso que esta “arma cargada de futuro”, como llamaba el español Gabriel Celaya ala poesía, NO ES PARA MAL DE NINGUNOSINÓ PARA BIEN DE TODOS. Martín Fierro.
Nota escrita por Felipe Sokol. alumno del Colegio de la Ciudad