El pasado domingo 20 de agosto, tuve el placer de asistir al show de BLAIR en Niceto Club.
Este era su segundo recital en este predio, previamente habiendo tocado en marzo de este
mismo año en el Lado B del mismo (a este show también asistí).
Blair, de nombre Julieta Orderica y en redes sociales como @blair.bladde, es una joven
originaria y residente de Punta Alta que sacó su primer tema en el año 2019 y comenzó su
carrera musical en el género conocido como trap, para pasar a melodías más de pop y
alternativo el año pasado con su álbum «Llorando en la Fiesta», compuesto, escrito y
producido por Dante Saulino, que vio la luz en noviembre de 2022 y a día de hoy tiene 1
millón de reproducciones.
El show comenzaba a las 9 de la noche y yo llegué a las 6 a Niceto. Mientras caminaba
hacia el final de la fila, ya empezaba a sentirse el ambiente: me encontré una ola de
chalecos negros, camisas blancas con corbata, vestidos rojos y sombra de ojos azul,
imitando la vestimenta y maquillaje característico de la artista, que aumentaba cada vez
más mientras más avanzaba en la cuadra. Algo que me gustó mucho y destaco que le
agregó a la emoción fueron las personas que recorrían la fila vendiendo cosas como
pulseras y stickers muy originales tematizados de Blair. Faltando dos horas para siquiera
poder entrar al teatro ya se sentía en el aire una especie de unidad entre toda la gente del
público, como un entendimiento general de que estábamos todos sintiendo la misma
emoción, las mismas ganas de cantar las canciones y bailar entre todos.
Así fue efectivamente que esa misma unidad no se quedó solo en la previa del espectáculo
si no que se intensificó en el recital en sí. El público energético, imparable, cantaba todas
las canciones de Blair al pie de la letra, llegado un punto que casi no se la escuchaba cantar
a ella misma por el volumen de la gente eufórica. El movimiento en el publico era
impresionante: en prácticamente todas las canciones d
se generaba un pogo desenfrenado que terminó llevándome de una punta del teatro a la
otra con los cordones desatados. Por poco no pierdo mis lentes. Era imposible no
contagiarse de toda esa emoción.
Blair arrancó el espectáculo apareciendo en el escenario vistiendo un tapado de piel y un
vestido rojo mientras tomaba vino rosado y fumaba un cigarrillo. La primera canción «Otra
Noche en los ’70» cultiva el ambiente del resto del show sin preámbulos ni introducciones
necesarias: Blair utiliza visuales, luces y vestuario para engancharnos desde el primer
segundo que la vemos, construyendo un personaje cautivante acompañada de su increíble
banda, que fue todo un espectáculo dentro del mismo. Sentía la necesidad de mirarla y
mirar la escena que armaba absolutamente todo el tiempo, como si no pudiera sacarle los
ojos de encima. Me gustó mucho ver también su capacidad de interactuar con su público
íntimamente, y ver como mientras más avanzaba el concierto más se ablandaba el inicial
personaje misterioso y distante hasta llegar al momento en el que ya se sentía como estar
pasándola entre amigos, ella recibiendo y agradeciendo tiernamente por los diversos
regalos que le hizo una parte del público. Como si hubiera dos personas distintas: una es
Blair, otra es Juli, y se complementan, van y vienen durante todo el show.
Desde mi punto de vista, el show estuvo dividido en tres partes, introducción, desarrollo y
conclusión, marcadas por cambios de vestuario y una intermisión interesantísima, en la cual
la artista se retiró del escenario y proyectó por aproximadamente cinco minutos un video en
el que se veía la famosa escena del baile de Carrie, con los gritos de la película al tope de
volumen. La introducción vendría a ser esta primera canción en la que tuvo el vino, el
cigarrillo y el tapado. El desarrollo, dividido por esta intermisión de terror, fueron los temas
que interpretó con un vestido rojo, típico suyo, y los que interpretó después de la
intermisión, vistiendo un vestido negro y el pelo más suelto. Por último, la conclusión fue
una explosiva performance de «Deliro», uno de sus temas del género trap, que Blair usa
para cerrar todos los shows. En esta canción el pogo ya mencionado se multiplica por cien,
todos se vuelven locos, y culmina el show de la manera perfecta, haciendo que la energía y
los ánimos del público no se agoten hasta el último segundo.
Recomiendo mucho ir a ver un recital de Blair aun sin saber quién es o conocer a fondo sus
canciones. Una puesta en escena atrapante, una banda increíble y un público fiel, la
energía de Blair es imperdible y contagiosa
Nota escrita por Juana Abramovich, alumna de Colegio de la Ciudad.