Declaró un testigo en la causa de los Fusilamientos de José León Suárez

Norberto Álvarez tuvo que esperar 67 años para poder contar lo que vivió la madrugada del 9 de junio de 1956. Esa noche estaba de guardia en la Brigada de San Martín, era un agente de la policía bonaerense, cuando fue testigo de cómo subían a un camión a los detenidos, con rumbo a los basurales. La madrugada de los fusilamientos quedaría marcada para siempre en sus recuerdos, y determinaría su futuro.

Tras la feria judicial, recomenzaron las audiencias en el Tribunal Federal Nro. 2 de San Martín por la causa de los fusilamientos de José León Suárez del 9 de junio de 1956. La causa es impulsada por la Comisión de la Memoria local y tras estas audiencias, y en ella se deberá determinar si los hechos constituyen crímenes de lesa humanidad y son, por lo tanto, imprescriptibles.

Hasta ahí llegó Álvarez para declarar, acompañado de dos de sus siete hijos,  justo el día en que se recuerda a los Secuestrados Desaparecidos de San Martín.

En 1956, Norberto Álvarez era un joven agente de la policía bonaerense, que recorría todos los días el trayecto desde su casa en la localidad de Castelar, hasta la Brigada de San Martín, en el noroeste del conurbano.

Cuenta que entró de imaginaria a la brigada de madrugada, como le correspondía. Justo acababa de partir el camión con destino a José León Suárez con los doce detenidos. El clima era de extrema tensión. Un compañero, a media voz, entre sollozos, le resumió lo que había ocurrido. “¿Y por qué llorás?”, cuenta que preguntó, con la inocencia de sus 22 años. “Porque los van a matar, ¿no te das cuenta?”, fue la respuesta.

En las horas y días posteriores, se confirmaron las sospechas del compañero de Álvarez. Supo que en los instantes previos a su llegada al destacamento, hubo una dura discusión entre el comisario a cargo, de apellido Malaspina, y el resto del personal, como consecuencia de las órdenes telefónicas impartidas desde La Plata por el jefe de la policía bonaerense, coronel Desiderio Fernández Suárez.

La carrera de Álvarez se vio truncada cuando, presume el por lo que sabía y había visto, le armaron una causa y los echaron de la fuerza.

Recién en 1974, tras el regreso de Perón al país y el fin de la proscripción, con Oscar Bidegain como gobernador y Julio Troxler como jefe de policía, recibió una reparación parcial. Todos los dados de baja por los sucesos del 9 de junio fueron citados en La Plata, donde en un mismo acto se los ascendió, se les otorgó el rango de oficial inspector y se los jubiló. Álvarez todavía vive de esa jubilación. Pero, según les confesaron en esa misma ceremonia, no era posible reincorporarlos, como él hubiera preferido.

Con este testimonio, el abogado de la Comisión por la memoria de San Martín, Alberto Palacio, pedirá el cierre de esta etapa, y solicitará el elevamiento a Juicio, para que, de una vez por todas, a la Memoria que mantuvieron viva los militantes, compañeros y familiares, y a la Verdad expuesta en su momento por Rodolfo Walsh en su libro “Operación Masacre”, se sume ahora la Justicia.